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Nos gusta hablar de biografías, de historias, de personas… pensamos que los pacientes son mucho más que una enfermedad y sabemos que cada dolor tiene una historia.
El dolor total es la expresión más intensa de su persistencia en una persona porque es capaz de convertirse en el centro de su vida, bloquear su relación con los demás y ser una amenaza seria para su existencia. Es importante conocer la propia percepción del paciente sobre su enfermedad, cómo interfiere el dolor en su vida, en su sentido de control y su probable significado. Las creencias y expectativas de los pacientes pueden modificar su umbral del dolor, afectar su experiencia, su expresión y su adaptación al dolor.
Además del dolor físico provocado por la propia enfermedad y sus complicaciones, hay muchas otras razones que causan o agravan el dolor: pérdida del rol social, profesional y del rol familiar, sentimiento de impotencia, efectos indeseables del tratamiento, insomnio, equipo sanitario poco empático, soledad, relaciones familiares tensas, amigos ausentes, ansiedad, incertidumbre sobre el futuro, soledad, inquietudes familiares, sensación de culpa, entre otras.
Por todo ello, el dolor requiere de la colaboración con el paciente en identificar sus metas para el manejo del dolor y las estrategias adecuadas para garantizar un abordaje integral a través de un plan de cuidados que incorpore los objetivos del paciente.
Fotografía: @victoceron
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