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“No deberíamos permitir que ninguna persona muriera sola”

Desde la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) y la Asociación Española de Enfermería de Cuidados Paliativos (AECPAL), entendiendo que vivimos una grave situación de emergencia sanitaria, queremos expresar nuestra preocupación por lo que creemos que puede estar incidiendo de manera trascendental en el sufrimiento de cientos de personas.

La prudencia y dedicación en nuestro trabajo han dado paso en muchos de nosotros al miedo, no solo a contagiarnos, sino también a contagiar. El tacto, la cercanía, los abrazos, incluso los besos, instrumentos habituales en nuestro trabajo, han sido sustituidos por guantes, mascarillas y demás sistemas de protección.

Por otro lado, el necesario confinamiento provoca que no todos los familiares puedan despedirse. Que los rituales se tengan que modificar, que haya personas que estén infectadas por el nuevo coronavirus y no puedan visitar a sus seres queridos en los últimos días. Sin embargo, iniciativas imaginativas de todo tipo (tabletas conectadas por videoconferencia, cartas anónimas, canciones, poesías…) muestran cómo los profesionales implicados en sus cuidados siguen buscando paliar, también en esta situación, el sufrimiento de las personas.

Porque nos preocupa el sufrimiento de las personas. Tengan o no COVID-19, los pacientes con necesidades paliativas y sus familias cuidadoras sufren. Por la carga sintomática, por las emociones que aparecen. Por problemas sociales y familiares. Por el miedo y la incertidumbre. Por cuestiones espirituales de todo tipo que afloran cuando el fin de vida se hace presente.

Nos preocupa que las medidas lógicas ante la emergencia alejen este sufrimiento del objetivo asistencial en esta pandemia. Nos llegan voces de alarma de socios y amigos compartiendo esta inquietud por el enorme dolor que están presenciando.

Nos preocupa que el centro de la atención sea el virus, y no el enfermo infectado. Que en los protocolos de atención que inundan las redes se olviden aspectos como la comunicación, la soledad, la despedida, los rituales…

Nos preocupa. Y por esto insistimos. Los cuidados paliativos son un derecho de las personas, también en épocas como esta. NO DEBERÍAMOS PERMITIR QUE NINGUNA PERSONA MURIERA SOLA. Ni con sus síntomas mal controlados. Ni privada de su consciencia sin motivo, o padeciendo dolor o disnea por miedo o por desconocimiento de las medidas adecuadas. NO DEBERÍAMOS PERMITIR QUE NINGUNA PERSONA MURIERA SOLA. Ni ahora ni nunca.

Agradecemos desde estas líneas el esfuerzo de tantas y tantas compañeras y compañeros que se dedican, también estos días, a conseguirlo. A los profesionales de los hospitales, de los servicios de Emergencias, de Urgencias, de las residencias de personas mayores o las que alojan a otras personas con dificultades. A los equipos de Atención Primaria, a los puntos de Atención Continuada. Al voluntariado, también ahora presente y activo.

Gracias por hacer valer este derecho. También en momentos como este. Antes. Ahora. Y siempre.

 

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