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“Porque el cuidado no entiende de sexo”… la colaboración de Rosa Alegre en #genteDcuidado

Os dejamos en esta entrada otra de las colaboraciones que nos ha llegado para la campaña #genteDcuidado del programa #paliativosvisibles. En ella Rosa Alegre nos habla de:

 

PORQUE EL CUIDADO NO ENTIENDE DE SEXO

¡Un día cualquiera! Cargamos maletas al coche y salimos hacer lo que nos gusta, realmente con vocación, cuidados paliativos, hacerlos visibles desde el asfalto. Esta vez nos dirigimos hacia la zona rural, hace mucho frío, ha helado, pero nuestro coche va listo con ruedas de nieve y nosotras rebozadas con ropa.

Vamos a ver a Carmen. Al llegar al domicilio observamos que para acceder a su primer piso hay una inmensa y larga escalera de 38 peldaños, no disponía de ascensor, nos miramos con valor y nos dirigimos hacia arriba con todos los maletines. En ese momento te das cuenta de que los sueros fisiológicos de 1000cc, por si hacía falta una hidratación subcutánea en el domicilio anterior, continúan allí y empiezas a sudar…

Nos esperan con la puerta abierta, un hombre de unos 70 años de tez morena de haber trabajado en el campo, de cara amable, con voz serena, pausada, bajita, que nos saluda y nos señala con la mano hacia donde tenemos que pasar, nos acompaña, colocándose en un segundo plano para presentarnos a Carmen, “el amor de su vida”, vuelve a retirarse a un lado de manera discreta, dando protagonismo al acto de la visita.

En el salón no estábamos solos. Apartado, sentado en el otro lado del sofá y casi tapado por la puerta del comedor que habría hacia ese lado, se encuentra su hijo, un joven de unos 45 años, otro varón. Vive con ellos en casa, actualmente se encuentra con una invalidez laboral, que aprovecha para ayudar a su padre en el cuidado de su madre. Discretamente saluda con un ¡hola!, pero el gesto de su cara parece decir algo más, implica el sufrimiento interno de solicitarnos hacer algo por su madre, ayudarla.

Más tarde nos enteraríamos tras realizar la entrevista con la familia, que su rol ahora en casa era ocuparse del exquisito cuidado y mimo de la alimentación de su madre, que no era poco llegado este momento, donde la astenia y la anorexia del proceso se apoderan de su estómago. “Me encanta cocinar para ella”, nos dice.

Carmen es la persona que se encuentra presa en casa por un tumor de mama avanzado con metástasis óseas y pulmonares, su cara y cuerpo denotan nerviosismo, ansiedad, miedo, le han dado el alta hace una semana y no sabe por qué no va a mejor. Se encuentra acurrucada en el otro extremo del sofá y al lado de una ventana con la persiana bajada, la cortina echada que no permite penetrar ni un ápice de luz, el ambiente manifestaba el día tan oscuro que estaba pasando Carmen. Se encuentra fatigada, casi sin aliento para poder saludarnos y esbozar una sonrisa de bienvenida. Acogemos su estado, me senté a su lago ofreciéndole mi mano, ¿cómo te encuentras? ¿En qué podemos ayudarte?

Le habían recomendado desde el hospital hacer ejercicios de poleas y bicicleta para poder adquirir un poco de autonomía, ella muy disciplinada manifestaba: “Yo no puedo salir de casa y así no me voy a curar”.

En la visita próxima… el esposo nos abrió la puerta y saludó con una sonrisa, pasamos al salón, pero esta vez la escena había cambiado, la persiana estaba levantada, la luz entraba por ella, pero lo que más iluminaba ese comedor era la cara de Carmen, su cuerpo, su estado. Trasmitía paz, tranquilidad, serenidad… vida. Se encontraba haciendo unos ejercicios de brazos con una polea que su marido y su hijo habían construido. “Se lo merece todo”, nos dicen su esposo e hijo. Con una rueda de plástico pequeña de cortinas y una cuerda de tender ropa, habían construido una polea enganchada en la pared con dos tornillos y unas brocas, los cogedores estaban rebozados de una tela suave de fieltro para que no se hiciera daño al cogerla…, en fin, todo un ingenio propio de MacGyver.

Porque cuando se habla de cariño, amor, compasión, acompañamiento incondicional, deberíamos dejar de hablar de cuidador o cuidadora, masculino o femenino y hablar de “personas que cuidan, acompañan, miman”, porque hay que echar el resto en el intento para salir victoriosos juntos.
Dos personas de sexo masculino, sí, pero tan valiosos y con unos recursos increíbles que solo salen a flote y se agudizan, cuando el final de tu ser querido está cerca.

Gracias por vuestras lecciones de vida.

 

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