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En el trabajo de “cuidar “, los cuidadores se enfrentan al “cómo ” adaptarse a los cambios de humor del familiar enfermo:
“Si él está bien, yo estoy bien”
“Está muy irritable y se enfada conmigo”
“No parece él o ella”
Los cuidadores de una persona enferma no sólo han de aprender a controlar la medicación y las tareas de cuidado físico, sino que van a tener que afrontar el mundo emocional que acompaña a la enfermedad o cercanía de muerte. Los cambios emocionales están presentes y se manifiestan de diversas formas: puede haber tristeza, relacionada con las múltiples pérdidas que experimenta el enfermo, pérdidas personales, laborales, sociales. Pérdida de imagen, de fuerzas, de energía. Puede haber rabia e impotencia al saber que no volverá a ser la persona que fue. Frustración y sentimiento de inutilidad al comprobar que no va a poder cambiar la situación. Y por supuesto, puede haber miedo, un miedo a veces invalidante, ante la inseguridad del futuro y cercanía de la muerte. También puede aparecer la culpa, por hechos pasados y vividos de forma no satisfactoria y otras tantas emociones intensas que, sin duda alguna, interferirán en el buen control de síntomas.
Todas estas vivencias, descritas por los cuidadores como “montaña rusa emocional” son vividas por ellos como una responsabilidad más de su rol, ante el que intentan dar respuesta, la mayoría de las veces sin éxito. No nos han educado para manejar emociones y hoy en día esta educación sigue siendo una asignatura pendiente.
Los cuidadores necesitan aprender el manejo del mundo emocional, a saber afrontar estas emociones y poderse liberar de la carga inconsciente de “salvar ” a su ser querido. Los cuidadores necesitan pautas, refuerzos, y entender su propio proceso emocional.
Subamos a la montaña rusa con ellos, para acompañarles enseñando y aprendiendo.
Matilde Saurí. Enfermera. Presidenta de Carena
Silvia Fernández. Psicóloga Clínica. Coordinadora EAPS Carena
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