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El presidente de la Comisión de Garantías y Evaluación en Cataluña defiende que la eutanasia y los cuidados paliativos “no son opciones opuestas, sino alternativas vitales de afrontamiento al final de la vida, diferenciadas y no excluyentes”
«Si hemos colocado el sufrimiento inevitable en el centro, hasta considerarlo un motivo para solicitar una nueva prestación, el derecho a recibir ayuda para morir, es preciso revisitar las dinámicas de trabajo de los equipos asistenciales», afirma Francisco Javier Júdez, vicepresidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica
Tayra Velasco, enfermera de cuidados intensivos en el Hospital Clínico San Carlos, profesora de Bioética y experta en Cuidados Paliativos y en Derecho, destaca el relevante papel de los profesionales de Enfermería antes, durante y después de la prestación de ayuda para morir
Palma de Mallorca, 10 de junio de 2022 – «En muchas ocasiones se ha argumentado que los cuidados paliativos deben ser la alternativa de la eutanasia. En mi opinión, no son opciones opuestas, sino alternativas vitales de afrontamiento al final de la vida, diferenciadas y no excluyentes, que se originan en el singular sentido de la existencia y las convicciones morales de cada persona». Así de contundente se ha mostrado el Dr. Albert Tuca, especialista del servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico de Barcelona y presidente de la Comisión de Garantías y Evaluación de la ley de eutanasia en Cataluña, durante su participación en una mesa redonda organizada en el marco del XIII Congreso Internacional de SECPAL para exponer diferentes perspectivas sobre la eutanasia desde el punto de vista de la ética.
En su intervención, el Dr. Tuca ha recordado que, según datos recogidos en la literatura sanitaria anglosajona, “gran parte de las personas que solicitaron eutanasia habían recibido previamente una atención paliativa especializada”, lo que confirma “que ambas opciones son el fruto de decisiones vitales independientes”.
Desde este punto de vista, el experto ha recalcado que los cuidados paliativos integrales en un proceso de final de vida deben entenderse “como un derecho de las personas y como un imperativo ético para todos los profesionales e instituciones sanitarias”. Por ello, ha agregado: “No podemos admitir que el deseo de ayuda para morir de una persona se relacione con el abandono y la ausencia de soporte paliativo. La sociedad nunca ha de entender la eutanasia como una alternativa eficaz, rápida y poco costosa, sino como una decisión personal excepcional de orden diferente a las condiciones de soporte paliativo que deben asegurarse siempre a todo ciudadano”.
En este contexto, el Dr. Tuca ha considerado que el debate social sobre la legalización de la eutanasia, su aplicación y la objeción de conciencia “solo se puede abordar desde un análisis ético, laico, pluralista, posibilista y social”, y ha defendido que en esta reflexión “todos debemos aportar nuestros valores morales y cosmovisión espiritual, aceptando y respetando la coexistencia de diferentes sistemas morales, entendiendo el carácter social de los argumentos, donde el otro es tan importante como el yo, y estableciendo una deliberación que se aleja de posiciones radicales y persigue el máximo nivel de convergencia”.
Cataluña recibió 68 solicitudes de eutanasia entre junio y diciembre de 2021
El presidente de la Comisión de Garantías y Evaluación de la ley de eutanasia en Cataluña, que ha recordado que la norma aprobada en marzo del pasado año “pretende armonizar dos derechos amparados por nuestra Constitución, el derecho a la vida y el derecho a la dignidad, libertad y autonomía de voluntad”, ha ofrecido algunos datos sobre los seis primeros meses de vigencia de la ley en Cataluña. Así, ha indicado que entre junio y diciembre de 2021 se registraron 68 solicitudes de prestación de ayuda para morir, de las cuales 33 obtuvieron una resolución favorable (65%), cinco desfavorable y 17 seguían en trámite a 31 de diciembre. Además, nueve personas fallecieron antes de que finalizara el procedimiento y otras cuatro revocaron su solicitud.
Por su parte, Francisco Javier Júdez, doctor en Medicina, experto en bioética y vicepresidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica (ABFyC), en la que coordina los grupos de trabajo sobre Ayuda Médica para el Morir y sobre Planificación Compartida de la Atención, se ha referido a la gestión del sufrimiento inevitable “en la ayuda a vivir bien el morir”.
Necesidad de “revisitar” las dinámicas asistenciales
Durante su intervención, ha señalado que si, fruto de la evolución del pensamiento social, “hemos colocado el sufrimiento inevitable en el centro hasta el punto de considerarlo un motivo para solicitar una nueva prestación, el derecho a recibir ayuda para morir”, es preciso “revisitar” las dinámicas de trabajo de los equipos asistenciales.
“Debemos revisar todas nuestras buenas prácticas para acompañar esos procesos”, que deben incorporar “las vivencias de la persona” y tener en cuenta “una trayectoria que no se puede obviar en ese devenir que es su proyecto de vida”, entendiendo cuáles son las cuestiones que son relevantes para cada paciente a la hora de tomar decisiones.
“Cuando la sociedad cambia las líneas rojas y nos sitúa entre los países que incorporan más prestaciones, como es la ayuda a morir, tenemos que identificar dónde están las buenas prácticas para este tipo de procesos y crear estándares. El modelo que estamos proponiendo es el que se asienta sobre la multidimensionalidad del sufrimiento y la incorporación de la trayectoria de la persona, de modo que se puedan ir adoptando medidas para gestionar recursos y amenazas durante el proceso. Esto nos permitirá aliviar y modular el sufrimiento inevitable; cuando estas medidas no sean suficientes, ahora tenemos un nueva prestación, pero el proceso no se puede construir al revés”, ha defendido.
Acompañamiento durante todo el proceso
En la misma sesión, Tayra Velasco, doctora en Enfermería, enfermera de cuidados intensivos en el Hospital Clínico San Carlos y profesora de Bioética en la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, se ha referido al relevante papel de los profesionales de enfermería en los cuidados del paciente y su familia durante el proceso de elección, así como durante la prestación de ayuda para morir (PAM) y después de la misma.
“Para el ejercicio pleno de la autonomía del paciente, especialmente desde el punto de vista relacional, la decisión debe fundamentarse tras haber sido informado adecuadamente por parte del equipo responsable sobre su proceso médico y las distintas alternativas, dentro del proceso de Planificación Compartida de la Atención (PCA), ha aclarado. En este escenario, ha subrayado, “es imprescindible el reconocimiento del equipo asistencial durante todo el proceso, en especial de las enfermeras, quienes, por su posición privilegiada en contacto continuo con el paciente y la familia, deberán velar por un correcto proceso de reflexión y deliberación”.
Esta experta en bioética y derecho ha apuntado que, con frecuencia, los profesionales de enfermería son los primeros en escuchar la primera expresión relacionada con el deseo de anticipar la muerte, y realizan “un acompañamiento durante todo el proceso de enfermedad, ejerciendo como garantes de los cuidados y realizando un abordaje holístico e integral bio-psico-social y espiritual”.
Por ello, ha agregado, “deberían participar a lo largo de todo el proceso de la PAM, desde la solicitud hasta la ejecución de la prestación: en la exploración del sufrimiento, la evaluación de la competencia y capacidad del paciente y la toma de decisiones compartidas, proporcionando información sobre el proceso, preparando los equipos y accesos necesarios, coordinando el plan de cuidados, velando por la continuidad asistencial y, especialmente, asegurando el confort y el apoyo emocional tanto al paciente como a la familia”.
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